Siempre he sido un admirador de la naturaleza, de sus ritmos a veces metódicos y otras imprevisibles. A base de observarla, descubrí las enormes posibilidades creativas que me ofrecían sus luces, sus texturas, sus cambiantes ciclos vitales y enseguida se despertó una necesidad de congelar esos momentos, de retenerlos para siempre, de llevármelos conmigo.
Con el tiempo, esta visión lúdica y personal ha ido despertando una necesidad de trasladar, de comunicar mis sensaciones y de paso aportar mi granito para que el que pueda acercarse a mi galería, entienda que algo tan bello y que tanto bienestar nos produce, no sólo no se puede destruir sino que debemos preservarlo de una manera activa.